RECONOCER LO QUE QUIERES E IR A POR ELLO

Reconocer lo que quieres e ir a por ello. Es fácil decirlo, pero tememos el qué dirán. El mundo no se divide entre ganadores y perdedores, sino entre quienes olvidan sus miedos y quienes sucumben a ellos. Estas son las claves de hombres y mujeres que han logrado sus objetivos

Los resultados de un estudio realizado en Francia sobre el comportamiento femenino en el trabajo revelan lo que todas sabemos en nuestro fuero interno: antes de plantearle al jefe que aspiramos a un puesto más importante, las mujeres necesitamos estar seguras de que cumplimos los requisitos en un 120%, mientras que los hombres se conforman con saber que son idóneos al 60%.

La falta de seguridad sigue siendo nuestra asignatura pendiente, pero no por incompetencia, sino porque somos demasiado autoexigentes. Esperamos que nos feliciten por nuestros resultados, como cuando estábamos en el colegio, en lugar de levantar la mano y agarrar nuestro diploma. Así es como funciona en la vida profesional: hay que saber decir no, y hay que saber pedir. Estos consejos te servirán de guía.

«Deja de ser perfecta». Sheryl Sandberg. 45 años, directora operativa de Facebook

Su libro sobre el liderazgo femenino no ha dejado indiferente a nadie desde su aparición en marzo de 2013. Pero en algo tiene razón: las mujeres dudamos demasiado y tendemos a atribuir nuestro éxito a las circunstancias, los equipos… pero nunca a nosotras mismas. Por eso, Sheryl siguió a rajatabla un consejo que alguien le dio cuando empezaba su carrera: “La perfección es enemiga del éxito”. Ella lo entendió muy bien: “Demasiadas mujeres no se atreven a hacer las cosas porque quieren ser perfectas –asegura–.

A pesar de su éxito y sus cualidades, tienen la sensación de que viven una impostura y de que su talento es limitado. Cuando les preguntan por sus resultados académicos, se equivocan subestimándolos ligeramente, mientras ellos se equivocan sobrestimándolos”. Muchas mujeres, al querer hacer todo a la perfección, acaban por no hacer nada. Pero, nadie es un superhéroe. Ni el ejecutivo que inventó Facebook, ni el que llevó a Amazon a la cima. Ni siquiera tu jefe (o tu jefa). Ponte a ello: no te descalifiques desde el principio.